Se encontraba la
Esperanza desayunando en su casa, a punto de iniciar su recorrido por la tierra
donde repartía esperanza al ser humano, pero este día fue diferente. Ese día se
había levantado un poco más temprano, por lo que pudo ver el noticiero matutino,
pero al ver los titulares y no pudo contener su llanto. ¿Qué pasa me pasa? Se
preguntó, y en ese momento tuvo una sensación que nunca había tenido en su
cuerpo, “¿Será así como se siente la falta de mí? “Se dijo a sí misma…“¡No
puede ser!”.
Sin poder encontrar
respuesta decidió llamar a su viejo amigo Amor: ¿Qué pasa en el mundo, Amor,
parece que la esperanza que doy no está en ningún lado? Y Amor le respondió:
“Hace mucho yo me di por vencido, de mí ya no se acuerdan los seres humanos…” y
colgó.
“No puedo creer esto” y cogiendo su abrigo se dio a la tarea de buscar a alguien con esperanza en la tierra.
“No puedo creer esto” y cogiendo su abrigo se dio a la tarea de buscar a alguien con esperanza en la tierra.
Llego a un edificio
enorme, de grandes vidrieras, donde muchísima gente con grandes autos y trajes
bellísimos entraba y salía cada segundo “Aquí debe haber alguno con mi
esperanza, se ven muy exitosos y con tanto éxito deben creer que todo mejorará
en el mundo” Se dijo a sí misma de nuevo, sin embargo al entrar observaba caras
largas, hombres gritándole al teléfono o sufriendo en silencio como si se
encontraran en una cárcel interior…Dolida decidió tratar de pensar un poco,
mientras caminaba.
Y mientras caminaba
entre los callejones de la ciudad, encontró lo que buscaba, una imagen que le
dio respuesta...
La esperanza no
depende de éxito ni de opulencia, sino que está en el corazón de aquellos que
la toman como suya y la comparten con su hermano…
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